Perfeccionismo y Ansiedad


 Lo confieso: Cuando me senté a investigar con más profundidad este tema, no pensé que iba a encontrar tanta evidencia de lo que sé (y hasta en carne propia porque he sido una perfeccionista por muchos años), que la perfección es una variable con una alta capacidad predictora de ansiedad y depresión en niños, adolescentes y adultos en todas las culturas y razas. (Affrunti et al., 2014), (González-Gómez et al., 2018), (Hamamura et al., 2014).

Y, comienzo este artículo con un breve relato personal: sí, porque los psicólogos obviamente somos 0 perfectos y también hemos necesitado guía y apoyo. Y, es que hace 27 años ingresaba a la Universidad del Norte, universidad donde hice mi pregrado de psicología, y recuerdo que, en ese momento los profesores a cargo de varias de las materias, nos indicaron que si algún día queríamos ejercer como psicólogos en un consultorio, debíamos, mínimo tener las 3 citas con un psicólogo que nos ofrecía el Bienestar Universitario. Así que, como siempre, “juiciosa y buena niña”, yo, así lo hice.

Y, al final de las 3 citas recuerdo que la psicóloga me dijo: en estas 3 sesiones puedo afirmar que, aún a tu corta edad, estás apta para ser psicóloga por tu alto nivel de análisis y observación, y seguramente serás muy buena, pero tengo una pregunta: ¿Ese compromiso con tanto afán que tienes de hacer las cosas tan bien, de estudiar tanto y ser lo mejor que puedas ser en lo que te propones, te ha quitado el sueño alguna vez? Mi respuesta fue: Sí, y no una, sino, muchas veces y, además, ha sido desde chiquita en el colegio (estudié en un colegio bien exigente y con mamá profesora y jefe del departamento de lenguas del mismo colegio, que no es lo mismo). Entonces, me dijo: Y, cuando logras lo que te propones, ¿lo celebras, lo disfrutas y te sientes satisfecha de lo conseguido? Y dije: sí, claro, me siento feliz pero, eso sí, luego de pasada la felicidad, ya pienso en algún nuevo reto para seguir creciendo y ser mejor…

Y me dijo: Bueno, por lo menos, con esa respuesta de que te sientes contenta, ya no te tengo que remitir a otro psicólogo para más sesiones, por ahora vamos bien, sólo comienza con estos ejercicios en las noches para poder dormir sin estar pensando tanto, suelta lo que no puedas lograr, o, que veas muy difícil y pa’ lante, y, eso sí, de vez en cuando, pásate por aquí y me cuentas cómo vas, especialmente, pasa por aquí, si algún día te sientes triste. Preguntas por mí y tocas en mi cubículo y aquí estaré.

Y así fue, seguí los ejercicios que eran de mindfulness (hoy lo sé, en ese momento no tenía ni la más remota idea) y fui y la visité por los siguientes 2 años de mi carrera, aunque realmente nunca me sentí triste (creo que estaba tan enfocada y feliz estudiando todo de psicología, que sigo amando, estudiando y me sigue resultando tan interesante, que no tenía tanto tiempo para ponerme a pensar en cosas tristes). Iba, por lo menos una vez al mes antes de entrar a alguna clase, tocaba en su cubículo y hablábamos 5 minutos (si acaso) y siempre me preguntaba por lo mismo: que como me sentía, que si estaba alcanzando las notas que me proponía (mi meta era tener mínimo un promedio general cada semestre de 4.6 sobre 5.0, que logré y muchas veces sobrepasé), que si me sentía frustrada por alguna clase (y sí, en algunas clases sentía que podía ser mejor llevado el tema que lo que estaba siendo enseñado por el profesor, típica perfeccionista), que si me gustaba lo que estaba aprendiendo de psicología, que si me parecían buenos los profesores (de este tema, ni les digo lo que piensa una perfeccionista que fue monitora y, luego, profesora por décadas e hija de  mamá y papá profesores y hermana profesora), y por último, siempre me preguntaba si me sentía bien conmigo misma, satisfecha y bien con mi vida. Y, como siempre le decía que sí, que normal, que todo bien (tal como el Pibe), entonces me decía: bueno ya con eso estamos, nos vemos, ciao. Un buen día, comenzando el 5to semestre fui a verla y supe que, en las vacaciones, le habían ofrecido un cargo superior en un consultorio de psicólogos asociados y se había cambiado de trabajo así que, ni más supe de ella.

Pero, hoy entiendo mejor lo que ella hacía con las visitas que me pedía le hiciera (hoy entiendo que eran seguimientos informales para verificar que no pasara al perfeccionismo desadaptativo) y el sentido de sus preguntas. Preguntas y seguimientos que, hoy, yo hago a mis clientes en consulta además de otras herramientas y técnicas más que he aprendido y que aplico.

Y bueno, luego de la historia de la vida real de esta psicóloga, viene la parte realmente interesante e importante: Los estudios científicos (abajo en las fuentes bibliográficas hay algunos que recomiendo) lo comprueban: Vivimos en un tiempo en el que, prácticamente, los ojos del mundo entero están encima de nosotros. Y, no, no es que antes en generaciones anteriores no se sintiera así porque la regulación social existe desde que se organizaron las sociedades y se pusieron límites, normas y expectativas, y hasta es peor en los pequeños pueblos (por algo dice el dicho popular: pueblo chiquito, infierno grande) pero el carácter globalizado de las redes sociales hace todo este tema, ahora, mucho más amplio e intenso, con lo cual, nuestras ansiedades, en todas las edades, están por el techo.

Y, evidentemente, es muy importante y deseable aspirar a ser mejores de lo que somos hoy, (qué tal si no lo creo) pero cuando ya el deseo supera el gozo de lo que se tiene y se es en la realidad, el bienestar desaparece y aparece el malestar. Ahí es donde hay que parar y decir: no más, necesito un cambio para tener tranquilidad y felicidad.

Pues bien, el perfeccionismo, la autocrítica y la rumiación, estos 3 que hacen un conjunto, nos están “cobrando factura” a niños, jóvenes y adultos. Así lo demuestran los estudios que han encontrado la correlación entre éstos y la ansiedad, depresión, suicidio, autolesión, diabetes, cardiopatías, hipertensión y hasta cáncer, y aún peor, las cifras en los estudios de la cantidad de niños, adolescentes y adultos son cada vez mayores. Por lo pronto, en este artículo empecemos por explicar, en términos comunes, el perfeccionismo y cómo se puede diferenciar del patológico para luego, en los próximos artículos compartir estrategias para afrontarlo adaptativamente.

 

Perfeccionismo

El perfeccionismo conlleva la idea de ser perfecto, o, de hacer las cosas perfectas. Es decir, las expectativas de la persona en torno a lo que es y hace son muy altas. En otras palabras, ser perfeccionista es tener la tendencia a crear altos estándares de desempeño, mostrar una preocupación constante por cometer errores y evaluar muy críticamente los logros que se obtienen (Frost et al, 1990).

Tiene una dimensión positiva o, también conocida como “perfeccionismo normal” o, adaptativo, y, una negativa que se le conoce como “perfeccionismo neurótico”, o desadaptativo (Hamachek, 1978), (Rice, Ashby & Slaney, 2002). Y explico: lo que diferencia el perfeccionismo normal del neurótico es que pareciera que en el neurótico no hay complacencia o conformismo con lo logrado, sino siempre la sensación de que se pudo haber hecho más, es la persona que siempre tiene un “pero” a todo, siempre ve el punto negro en lo que hay o en lo que se ha trabajado con esfuerzo, nunca está conforme, con lo cual, su perfeccionismo se convierte en un afrontamiento desadaptativo, o, maladaptativo (la persona no se adapta, no se acepta la realidad, no está contenta con lo que hay y/o con lo que resultó de sus esfuerzos).

En el perfeccionismo normal, en cambio, se tiene muy altas expectativas (al igual que en el desadaptativo) y se actúa conforme a ellas, pero, una vez logradas, la persona se siente contenta, conforme y se adapta a lo que hay. Hay felicidad, gozo en lo que se logró y, lo más importante, “suelta” sus idealizaciones, entiende que lo que hay es lo que es y lo acepta y disfruta de corazón, no se queda “enganchado” en lo que pudo haber sido y no fue.  

Una de las enfermedades asociadas con el perfeccionismo desadaptativo es la anorexia nerviosa. Evidentemente hoy, con tanto culto al cuerpo, la onda “fit”, “healthy” (que, por supuesto, es positivo y necesario, pero, en los términos adecuados) y las “selfies” (que tanto aumenta la inseguridad y el autoestima no sano), tanto en  niños como adolescentes y hasta adultos jóvenes (sí, mujeres y hombres de 35 y 40 años también sufren de este trastorno) está causando un efecto en la salud mental y emocional y está disparando el número de casos de esta dolencia.

Otra tendencia muy dañina relacionada con el perfeccionismo y, de la que hablaré en otro artículo, es la rumiación y la autoconversación negativa. La rumiación es ese hábito de pensar y pensar y pensar en un mismo tema sin soltarlo y sin encontrar solución (especialmente en las noches, antes de dormir). Algunas veces porque el asunto de interés no se tiene bajo control y no se le quiere soltar, y, algunas veces, porque se hace en la mente un sinfín de escenarios posibles que generan un “bucle” de pensamiento que no permite enfocarse en soluciones concretas y cerrar el caso. Y, lógicamente, el perfeccionista sufre de rumiación constante que también hay que parar porque hace de la vida un “microinfierno” y sin necesidad.

Todas estas dolencias son comorbilidades de la ansiedad y, de eso, sí ya he hablado bastante en artículos anteriores, pero, ¿Cómo se relaciona el perfeccionismo con la ansiedad? En una sola frase: El perfeccionista sufre de ansiedad, quiere que todo sea perfecto, o, en palabras comunes de los perfeccionistas, que las cosas salgan “como debe ser”, y se siente intranquilo y le da ansiedad el no poder controlarlo todo y sufre todo el tiempo con la idea de que las cosas “no salgan” sea como él quiere que salgan. Eso lo mata de ansiedad.

Si tú te identificas y te ves viviendo un perfeccionismo desadaptativo, no lo dudes busca apoyo psicológico. La vida es muy corta para sufrirla de esa manera, no vale la pena: Tú mereces ser libre de esas tendencias perfeccionistas y obsesivas, mereces ser FELIZ.

P.D. Aunque ya he compartido estrategias para afrontar adaptativamente, en los próximos artículos compartiré otras más y repetiré las más efectivas.

*Jassel Arzuza es Psicóloga, Master en Psicobiología y Neurociencias, Coach, certificada en Inteligencia Emocional. 

Puedes visitar su webpage en www.jasselarzuza.com para conocer más de ella y seguirla en IG @jasselarzuza para tips en inteligencia emocional.

 

Fuentes Bibliográficas en el Tema

Affrunti NW, Woodruff-Borden J. Perfectionism in pediatric anxiety and depressive disorders. Clinical Child and Family Psychology Review. 2014; 17(3):299-317. doi:10.1007/ s10567-014-0164-4

 

Cuervo Gil, Tabata Juliana, et al. Estrés académico, rumiación, perfeccionismo y preocupación variables predictoras de ansiedad y depresión en estudiantes universitarios. Documentos Reservados de Posgrado, Unisabana 2020-03-10. http://hdl.handle.net/10818/40916

 

Dalla Valle, Ariel, Rutsztein, Guillermina, Keegan, Eduardo, De Rosa, Lorena. Perfeccionismo y Autocrítica: Consideraciones Clínicas. Revista Argentina de Clínica Psicológica, Vol. XXI, pp.209-215, Noviembre, 2012

 

De Rosa, Lorena, Keegan, Eduardo. Rumiación: consideraciones teórico-clínicas. Revista Argentina de Clínica Psicológica, Vol. XXVII, No. 1, 36-43, Febrero, 2018.

 

Egan SJ, Wade TD, Shafran R. The transdiagnostic process of perfectionism. RPPC. 2012; 17(3):27994. Recuperado de http://www.aepcp.net/ arc/07_2012_n3_egan_wade_shafran.pdf

 

Echeburúa, E., Amor, Pedro J. Memoria traumática: estrategias de afrontamiento adaptativas e inadaptativas. Terapia Psicológica, vol. 37, No. 1, Santiago, abril, 2019.Recuperado de: https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-48082019000100071

 

Ferrer, Lucía, Martín-Vivar, María, Pineda, David, Sandín, Bonifacio, Piqueras, Jose A. Relación de la ansiedad y la depresión en adolescentes con dos mecanismos transdiagnósticos: el perfeccionismo y la rumiación. Revista Internacional de Psicología Clínica y de la Salud. Volumen 26, número 1, 01 04 2018, pp 55 – 74. Behavioral Psychology.

 

Frost, R.O., Marten, P., Lahart, C. & Rosenblathe. R. (1990). The dimensions of perfectionism. Cognitive Therapy and Research,14, 449 - 468

 

Fusar-Poli P, Nelson B, Valmaggia L, Yung AR, McGuire PK. Comorbid depressive and anxiety disorders in 509 individuals with an at-risk mental state: Impact on psychopathology and transition to psychosis. Schizophr Bull. 2014; 40(1):120-31. doi:10.1093/schbul/sbs136  

 

González-Gómez, Laura J., Toro-Tobar, Ronald A., Beltrán-Aguirre, Kerly V., Sabogal-Mancipe, Angela P., Reyes-Parra, Karolina, Guerero-Ortiz, Luz M., Variables transdiagnósticas predictoras de los problemas emocionales y afectivos en una muestra colombiana. Duazary, Vol.15, núm. 2, 2018. Universidad del Magdalena.

 

Hamachek, D.E. (1978). Psychodynamics of normal and neurotic perfectionism. Psychology, 15, 27-33

 

Hamamura T, Laird PG. The effect of perfectionism and acculturative stress on levels of depression experienced by East Asian international students. J Multicult Couns Devel. 2014; 42(4):205-17.


Hewitt PL, Flett GL. Dimensions of perfectionism, daily stress, and depression: A test of the specific vulnerability hypothesis. J Abnorm Psychol. 1993; 102(1):58-65.

 

Klibert J, Lamis DA, Collins W, Smalley KB, Warren JC, Yancey CT, et al. Resilience mediates the relations between perfectionism and college student distress. J Couns Dev. 2014; 92(1):75-82. doi:10.1002/j.1556-6676.2014.00132.x

 

Rice, K.G., Ashby J.S. & Slaney, R.B. (2002). A programmatic approach to measuring perfectionism: the almost perfect scales. American Psychological Association, Perfectionism (pp 63-88): Washington D.C. Flett & Hewitt (Eds.)






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