De Cómo una Psicóloga SIN Hijos Ayuda Efectivamente a una Madre de una Adolescente-Adulta


Doctora, disculpe que la moleste tan tarde, 
pero tengo problemas con Linda* y no sé qué hacer.
Colombiana, 40 años


Este escrito tiene el propósito de compartir experiencias y conocimientos de mi práctica y mi forma de llevarla para que pueda servir a otros. Aviso que, a diferencia de otros textos que he escrito, éste es uno a mi estilo personal y hay descripciones y explicaciones tanto de mi práctica como de la situación del caso y, obviamente, personales que, tal vez, a algunos no interese o moleste, así que bien puede, saltarlas. Como es largo y complejo, hay varias partes. Esta es la primera con el contexto de la situación y mi posición profesional y personal frente a mi práctica. 


Anoche dormí muy poco. Una mamá de una joven que atendí hace 2 años cuando ella tenía 16, que estaba con ayuda psiquiátrica por depresión e intento de suicidio, y que dí de alta de la parte psicológica porque salió de la crisis y logramos juntas, con nuestro trabajo, que estuviera estable y con su autoestima en su lugar, me contactó muy angustiada porque llevaba varios días teniendo problemas con su hija y ya había tratado de solucionarlo con las formas que ella conocía (castigos, discusiones, tiradas de teléfono, encerramiento, amenazas, infundir miedo de “lo que va a pasar conmigo y contigo si tú sigues actuando así”, etc.) y no funcionaba y ya no sabía qué hacer porque tenía “mucho miedo de perderla”.

Para seguir con el escrito, es importante aclarar el contexto y decir lo siguiente:   
  •  Ésta es una familia de una ciudad muy pequeña de Colombia donde no “creen” en las herramientas y estrategias de la psicología o de la ciencia en neuropsicología, pedagogía, etc. (aunque esa postura se ve en las grandes ciudades, también) Y mucho menos de las “actitudes” de la gente “muy moderna” y, en cambio, sí que persisten tabúes y muchas tradiciones y creencias de siglos anteriores ya reevaluadas y fuera de contexto (por ejemplo por más que les digo que no soy doctora y que ni aunque tuviera un doctorado me gustaría que me llamaran así, no se les “quita la costumbre” porque para ellos es señal de “respeto” y “admiración” que dicen deben mostrar por una persona con mi profesión, algo que entiendo perfectamente y valido pero que veo poco coherente con lo otro, el que no “creen” en los psicólogos) 
  • Viven en una comunidad en la cual, el “qué dirán” es la regla local fundamental a seguir y todas sus decisiones están marcadas primero, segundo y tercero, por lo que puedan pensar los otros (desde el sacerdote de la iglesia a la que asisten, hasta la amiga de la amiga, de la amiga, de la vecina de la finca más próxima) y, tal vez, de cuarto lugar, por su propio criterio, deseo y juicio. Esto también se ve en grandes ciudades de mi país, de toda Latinoamérica y de otros países con creencias muy fuertes y conservadoras. 
  • Ellos, específicamente, viven más en el área rural, en una finca a unos kilómetros de la ciudad y su vida social, especialmente la nocturna, es un poco limitada porque en la tarde, antes de caer el sol, vuelven a su finca y no salen nuevamente, si no hasta el día siguiente a la ciudad. 
Es esencial, también, explicar que la razón de la consulta hace 2 años fue porque Linda* reportaba que la causa de su depresión e intento de suicidio era el que no podía “tener una vida social normal, que no se sentía entendida ni aceptada por su mamá ni por su familia porque ella no pensaba igual que ellos, que estaba resentida con ellos porque la veían como una “persona mala y desobediente” porque pensaba diferente y que quería salir a divertirse, compartir con gente de su edad e ir a fiestas en la noche, tener amigos hombres y novio, si quería, y practicar boxeo y baloncesto aunque no fuera un deporte de niñas y se viera mal o que pensaran que era “marimacho”, aunque ella sabía muy bien y su familia también, que ella no lo era”.

Y, por último, es muyyyyy importante para entender cómo puede ser efectiva la ayuda de esta psicóloga, dar a conocer cómo soy yo y cómo suelo tratar este tipo de situaciones, muy comunes en mi práctica profesional y por mis especialidades en el tema. Explico y revelo de mí (algo tabú para los psicólogos tradicionales) lo siguiente: 
 

·         Desde niña, el que me conoce desde el colegio lo puede constatar, era la “psicóloga” de muchos amigos, entre otras razones, porque por mis características de personalidad, tengo, como muchos psicólogos, la tendencia a caer en el síndrome del salvador (alguno que otro psicólogo me crucificará al leer esto) pero, sí, para el que resulte asombroso, los psicólogos somos humanos, 0 perfectos, de hecho, por eso, por ser muy humanos, por nuestros conocimientos y experiencia y por nuestra alta empatía, podemos entender y leer más fácilmente a los otros y, por supuesto, también tenemos tendencias a caer en síndromes y hábitos tóxicos. A ver, que somos psicólogos no dioses e, igual que pasa con el doctor que sabe cómo prevenir y curar una gripe, le puede dar una como a cualquier mortal, y la sufre, pero, termina por usas las medicinas y se cura y no por eso deja de ser un buen doctor ni es una evidencia suficiente como para dudar de su profesionalismo.

·         El síndrome del salvador para el que no lo conozca, en resumen muy sintético es: una persona que siempre está dispuesta a ayudar y a apoyar al otro sin esperar recibir nada a cambio, y, en el extremo puede hasta ir más allá del altruismo y estas personas se olvidan de su autocuidado y su vida se convierte en ayudar totalmente al otro aunque se enfermen y su vida se vuelva todo menos feliz (de ahí que haya desarrollado tanto mi interés y muchos de mis estudios son en el autocuidado y la inteligencia emocional, donde es un elemento importantísimo el amarse y respetarse a uno mismo primero que todo y ponerse límites en la bondad al otro) y es que yo también he tenido que aprender a poner mis límites y a ponerme de primero (aunque algunas veces, cada vez es más raro que suceda pero, igual, zas, puedo caer alguna vez más, pero eso sí, me levantaré nuevamente).

·         En mi línea de trabajo y, especialmente, por mi forma de proceder en mi enfoque profesional no convencional e integrativo, es muy común recibir este tipo de llamadas o mensajes de texto de crisis y que, casi siempre, si me es posible, las atienda inmediatamente.

·         Mi interés, como el de cualquier psicólogo, es poder servir a la persona a la que le busca, por lo cual, en mi práctica, tengo claro que soy una persona normal y que mi diferencia con mi cliente son mis conocimientos y experiencias, del resto no nos diferencia mucho más, por ello, soy auténtica y doy la retroalimentación, estrategias, herramientas y psicoeducación que, en mis corrientes psicológicas, puedo permitirme ofrecer. El resultado es que logro desarrollar una relación con la confianza, cercanía y facilidad que me permiten establecer sesiones fáciles de llevar, aunque sean temas difíciles y delicados, y obtenemos resultados rápidos y efectivos. Ojo, no son procesos fáciles, nunca es fácil, normalmente, cuando alguien busca un proceso de desarrollo personal es porque necesita cambiar y no quiere o no ve claramente la posibilidad y forma de cambio y le va a costar mucho lograrlo solo y, ese es mi trabajo: ayudar a ver de dónde viene el problema, qué podría ser lo que necesita cambiar, diseñar estrategias y herramientas para, juntos, trabajar en la solución y poder obtener el mejor-estar que buscan.
    
     Dicho esto, termino compartiendo que, admiro muchísimo la labor de una madre, aunque no lo sea (el dentista no tiene que sufrir de caries para entender al paciente y curarlo), entiendo perfectamente lo difícil que es tratar con un hijo (soy tía muy comprometida y activa en la vida y educación emocional de mi sobrina adolescente), en todas las edades, porque todas tienen su reto y dificultad, pero, tengo claro por mis estudios en neuropsicología, que la etapa adolescente, por todas las condiciones neuropsicológicas y sociales que conllevan, es en especial, un reto a la comprensión, paciencia, salud mental y emocional de una madre y un padre y es normal que, muchas veces, se descentren y desesperen
    
    Por ello, escribo este escrito, espero poder llegar a padres a quienes les sirva esta serie de artículos que escribo: NO ESTÁN SOLOS, los entiendo y SÍ, HAY ESTRATEGIAS QUE LES PUEDEN AYUDAR A MEJORAR SU VIDA Y SU RELACIÓN CON SU HIJO ADOLESCENTE.



Esta historia, continúa…


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*Nombre cambiado



**Jassel Arzuza es Psicóloga, Master en Psicobiología y Neurociencias, Coach, certificada en Inteligencia Emocional. 



Puedes visitar su webpage en www.jasselarzuza.com para conocer más de ella y seguirla en IG @jasselarzuza para tips en inteligencia emocional.


Comentarios

  1. hola jassel buenas noches me siento identificada con el tema gracias por tu profecionalismo gracias por invitarme a tu pagina gracias de verdad Dios te vendiga ❤🌷🌺

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  2. hola jassel buenas noches me siento identificada con el tema gracias por tu profecionalismo gracias por invitarme a tu pagina gracias de verdad Dios te vendiga ❤🌷🌺

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