La Rana Hervida: El Peligro de la Sobreadaptación


 “Sí, yo sé que no debo permitirlo, pero es que,
¿Qué van a pensar de mí, si me quejo?,
que soy una niña fresa, la princesa, o, la quejona.”
Cliente, 30 años, Miami

¿Te parece normal leer en las noticias que secuestraron un bus, robaron a todos y violaron a las mujeres? (violencia al máximo y exacerbada al ser un grupo grande de personas al mismo tiempo)

¿Te parece normal que una madre le pinte los labios a su niña de 4 años, le enseñe a bailar reguetón y le diga que así es como se consigue novio? (hipersexualización de la propia madre)

¿Te parece normal que un padre le ofrezca a su hijo de 12 años una cerveza para celebrar un partido? (inducción a formar un cerebro adictivo en uno de los momentos más sensibles del cerebro a las adicciones, la adolescencia, y justo, por el propio padre)

Si te parece normal es porque vives SOBREADAPTADO a una sociedad que ha ido permitiendo que estas conductas sean aceptadas aunque evidentemente, sean indicadores de una sociedad con personas mental, psicológica o físicamente no sanas.

No importa si eres una mujer bonita, un hombre inteligente, una mujer estudiada, un hombre musculoso, o cualquier “super” virtud en la que quieras enfocarte, todos y cada uno de nosotros somos susceptibles a pasar por el síndrome de la rana hervida.

Sin embargo, como pasa con cualquier persona que haya pasado por una situación de riesgo a su inteligencia emocional (padres maltratadores o negligentes, profesores castradores o muy laxos, adicciones y/o drogas, etc...), si has vivido algún evento traumático, estarás con una predisposición más alta que otra persona a sobreadaptarte para encajar y no ser rechazado por los demás, pero, en todo caso, en general, todos podemos caer y terminar siendo la rana hervida, adaptada pero, muerta por dentro o por fuera.

La rana hervida se utiliza como una estrategia de psicoeducación en psicología y coaching para explicar cómo es que podemos estar en sobreadaptación.

Y la historia, de manera breve, es esta: en un experimento se introduce a una rana en una olla con agua fría sobre la estufa. Luego, se enciende la estufa y muy lentamente se le sube la llama y se observa que la rana no se mueve ni se incomoda pues va adaptándose al calorcito. Finalmente, la llama llega a su tope, hierve el agua y, la rana muere.  

En contraposición, otra olla se pone con agua hirviendo y se toma la rana la tratan de introducir y ¡Zas!, esta salta enseguida y no permite que la metan, evitando, así, ser cocinada.

La situación de la rana hervida nos puede pasar a todos ya que, somos parte de un grupo, o, nos hacemos a un grupo, ya sea social (amigos), universitario / laboral (compañeros de clase, oficina, o colegas), familiar (nuclear o extensiva) y en todos los grupos pueden generarse unos roles, situaciones y ambientes que nos lleven a sentirnos heridos o, a dañarnos en nuestra integridad psicológica o física con tal de no ser aislados o tomados como los “desadaptados”.

Desde el bullying y la “burlita inofensiva” en tu propia familia por ser diferente a los estereotipos aceptados (como cuando se dicen “por cariño”: el negro, la gorda, el nerd, el asocial, la bonita, la bruta, el raro), pasando por el compañero de oficina que te “piropea” todo el tiempo y te hace sentir incómoda, hasta la violencia física y el abuso sexual son situaciones de sobreadaptación que pueden estar sucediendo ahora mismo.

Y, puedes ser tú quien lo incentiva o, tú quien lo sufres sin darte cuenta de que tienes derecho a decir: NO, BASTA, NO MEREZCO ESTE TRATAMIENTO DE NADIE ASÍ SEA MI PAREJA, MI MEJOR AMIGO, MI JEFE, O, MI FAMILIA.

Si te duele, no, no es cariño para ti. Para como tú lo percibes es ofensivo y no, no tiene nada de malo que te sientas así. Es así para ti y ya está. Se llama entenderte a ti, amarte y respetarte. Y, claro, si así lo exiges, así también tienes que dar ese respeto al otro.

Con  lo cual, también significa respeto el entender que lo cierto es que, muchas veces quien lo dice y quien lo hace no es consciente del dolor que te causa, así que hay que darle al otro el beneficio de la duda antes de ir enseguida a juzgarlo como un malo o un bully, pues el otro puede que ni lo sepa y, simplemente, lo crea un  juego muy divertido porque ha sido así por mucho tiempo y así, lo has permitido.

El asunto es que necesitas poder empoderarte para decir con tranquilidad, claridad, respeto y amabilidad: hey, no me digas así, por favor, me duele, o, hey, no hagas esto, me hieres, me molesta.

Y, por supuesto, estar claro de que al otro le tome por sorpresa o hasta intente minimizar tu dolor con expresiones como: ay qué bobo eres, sólo es broma, todo el mundo sabe que es por cariño, no seas bobo.

Y, entonces, con esta respuesta estar dispuesto a ir a otra fase en la que decides si continúas seguir dejando que el agua hierva o, saltar de una vez.

En todo caso, primero, no es fácil identificar que se está en el síndrome de rana hervida ni mucho menos, en segundo lugar, es fácil poder explicar a jefe, compañeros, amigos o familia cómo se siente uno con algunas situaciones aparentemente inofensivas, o, en el caso de bullying o abuso fuerte, poder confrontar al abusador.

Por ello, por favor, si te sientes identificado con alguna situación como éstas, busca ayuda profesional, no será fácil, pero eso sí, menos difícil que hacerlo solo y sin apoyo profesional.



*Jassel Arzuza es Psicóloga, Master en Psicobiología y Neurociencias, Coach, certificada en Inteligencia Emocional. 
Puedes visitar su webpage en www.jasselarzuza.com para conocer más de ella y seguirla en IG @jasselarzuza para tips en inteligencia emocional.

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